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POR ALBERTO CARPINTERO alberto@planeta5000.com
Me he dedicado a reunir 100 películas de terror o corte fantástico que no sean las típicas que aparecen en todas las listas.
Algunas son rarezas, poco conocidas u olvidadas. Otras, infravaloradas o directamente despreciadas. Todas ellas, maravillosas.
Aclarar dos puntos:
- Muchas de ellas pensaréis que son bastante conocidas pero me he guiado también por las pocas votaciones en FA y en IMDB, comprobando que por muy famosas y de culto que pensemos que son, siguen siendo desconocidas para una gran parte del público. Por ello, hemos incluido enlaces directos a ambas páginas web.
- Algunas películas no son puramente de terror, pero transcurren con gracia por los márgenes del género. También pensad que en esto del fantástico todo es muy subjetivo.
Espero que disfrutéis con la lista.
Por orden cronológico y sin repetir directores:
1. El estudiante de Praga (Der student von Prag, Paul Wegener, Stellan Rye, 1913) |
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Esta película es una verdadera curiosidad al tratarse de una de las primeras en contar el tan manido tema de los pactos con el diablo o con seres fantásticos. Sorprenden los efectos visuales, llenos de trucajes clásicos, que se seguirían utilizando hasta casi nuestros días. Juegos de transparencias, fundidos y sobreimpresiones, que aportan el aire mágico y trágico de la historia. El protagonista de la cinta, que además codirige, Paul Wegener, años más tarde se puso en la piel del Golem, en varias ocasiones, creando así uno de los iconos más importantes en el cine de terror.
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Reparto: Paul Wegener, John Gottowt, Grete Berger, Lyda Salmonova, Lothar Körner, Fritz Weidermann, Alexander Moissi |
2. Genuine (Robert Wiene, 1920) |
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Genuine fue realizada por Robert Wiene el mismo año que El gabinete del dr. Caligari y, de alguna manera, quedó eclipsada por ésta. Esta historia de amor y obsesión tiene todos los elementos característicos del expresionismo alemán: decorados extraños, deformados, con sombras dibujadas; luces duras, directas; vestuario extravagante; peinados imposibles,... Todo ello para albergar la historia de una especie de bruja tribal que hipnotiza a los hombres, forzándoles a matarse entre ellos. Dependencia y muerte como temas principales, los hombres son vampirizados de manera simbólica. De ahí que en varios países se incluyese el sobrenombre de “A Tale of a Vampire” o “A Tragedy of a Vampire”. Multitud de detalles se nos quedan tras su visionado –como ese esqueleto, que posee un reloj en vez de calavera– en esta cinta que merece un mayor reconocimiento.
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Reparto: Fern Andra, Albert Bennefeld, Lewis Brody, John Gottowt, Ernst Gronau, Harald Paulsen, Hans Heinrich von Twardowski |
3. El legado tenebroso |
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Paul Leni fue uno de los grandes maestros del cine mudo. Su muerte prematura le impidió hacerse cargo de la adaptación de Drácula, que acabó dirigiendo Tod Browning. The Cat and the Canary es su primera película en Estados Unidos y es un ejercicio puro de cine gótico. Una mansión con un testamento perdido y muchos interesados herederos es la excusa para soprendernos con mil y una sorpresas. Puertas secretas, objetos que se mueven solos, garras amenazantes,... Las mansiones encantadas nunca fueron lo mismo después de esta película. |
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Reparto: Laura La Plante, Creighton Hale, Forrest Stanley, Tully Marshall, Gertrude Astor, Flora Finch, Arthur Edmund Carewe |
4. Los pantanos de Zanzíbar (West of Zanzibar, Tod Browning, 1928) |
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Con el exotismo que le caracteriza, Tod Browning nos sumerge en una historia de amor y venganza casi shakesperiana. Al tratarse del creador de Freaks y Drácula, no podía quedarse en un simple drama y más si lo protagoniza el camaleónico Lon Chaney. Angustia, sudor, deformaciones físicas, costumbres tribales, obsesión y muerte. Elementos que emergen durante todo el metraje y nos producen un terrible malestar. La interpretación de Chaney es pura fisicidad y aquí, casi sin maquillaje, consigue aterrarnos sólo con su mirada.
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Reparto: Lon Chaney, Lionel Barrymore, Mary Nolan, Warner Baxter, Jacqueline Gadsden, Tiny Ward, Kalla Pasha, Curtis Nero |
5. Svengali (Archie Mayo, 1931) |
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Svengali es un músico excepcional, de los mejores de París. Tiene también otro don: hipnotiza a la gente y la maneja a su antojo. Es el caso de la dulce e inocente Trilby, que cae rendida a su hechizo. Como en todo buen villano o monstruo que se precie, el mayor drama de Svengali es la imposibilidad de hallar el amor verdadero, más allá de sus sucios trucos. Por ello es una persona solitaria y rencorosa. Ya desde el comienzo nos presentan su maldad, al dejar que muera una de sus hipnotizadas pretendientas, por no quedarse ninguna riqueza de su exmarido. La película tiene un pulso maravilloso y alguna secuencia de extrema modernidad, tratándose de una cinta de 1931. John Barrymore luce perfecto como Svengali, dándole al personaje la crueldad y retorcimiento que necesita. |
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Reparto: John Barrymore, Marian Marsh, Donald Crisp, Bramwell Fletcher, Carmel Myers, Luis Alberni, Lumsden Hare, Paul Porcasi |
6. La isla de las almas perdidas (Island of Lost Souls, Erle C. Kenton, 1932) |
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La primera y mejor versión de la novela de H.G. Wells, La isla del doctor Moreau, es también quizá la más desconocida. Con un enorme (siempre) Charles Laughton como Moreau, estamos ante un relato terrorífico sobre los límites de la moral en la ciencia. Terror exótico en el sentido más puro. Como curiosidad, entre los monstruos nos encontramos al mítico Bela Lugosi.
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Reparto: Charles Laughton, Bela Lugosi, Richard Arlen, Leila Hyams, Kathleen Burke, Stanley Fields, Arthur Hohl, Paul Hurst |
7. El caserón de las sombras (The Old Dark House, James Whale, 1932) |
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Otra gran historia gótica sobre un castillo maldito. En esta ocasión dirigido por James Whale, conocido principalmente por sus dos películas de Frankenstein con Boris Karloff. Aquí también sale Karloff, haciendo de mayordomo deforme y corto de luces. El argumento gira en torno a una serie de personajes que se resguardan de una tormenta en un castillo aislado en el monte. En tal caserón vive una extraña familia que guarda un terrible secreto. ¿Os suena? Claro, porque ha sido emulado hasta la saciedad, pero pocas veces con tanta maestría. |
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Reparto: Boris Karloff, Melvyn Douglas, Charles Laughton, Lilian Bond, Raymond Massey, Gloria Stuart |
8. Maniac (Dwayne Esper, 1934) |
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En apenas 50 minutos este film alberga más locura y libertad que la mayoría de las producciones de terror contemporáneas. Es un estudio sobre los diferentes tipos de trastornos mentales, desde la depresión maníaca hasta la demencia precoz, todo ello muy superficial y pero tan extravagante que da gusto verlo. Cuenta la historia de un científico loco de manual –mad doctor– que, con su ayudante, un actor de segunda, realiza experimentos para devolver la vida a los muertos. De su manida propuesta a lo que deriva no diré mucho pero no esperéis lo típico. Al tratarse de una cinta del pre-código está repleta de momentos sorprendentes: desnudos femeninos, violencia explícita,... Vamos, una verdadera rareza. |
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Reparto: William Woods, Horace B. Carpenter, Ted Edwards, Phyllis Diller, Thea Ramsey, Jenny Dark, Marvelle Andre |
9. Sh! The Octopus (William C. McGann, 1937) |
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Esta cinta ha sido reivindicada hace poco por un efecto especial único en su especie. La transformación en bruja de un personaje, sin cortes de plano, ni fundidos. Realizado con un proceso que combina un maquillaje especial y cambios de luz. Un verdadero prodigio técnico que ya fue usado también en la maravillosa y mucho más conocida El hombre y el monstruo de Mamoulian, para la conversión en Hyde. En la cinta que nos ocupa se perfeccionó el efecto y el resultado produce verdadero asombro. Además de eso, la película contiene varios elementos fantásticos, como un pulpo gigante –que da nombre al film– y un misterioso asesinato; y transcurre en un emplazamiento singular, un faro en plena tormenta. Pero no estamos ante un película de miedo, pues el humor ridículo y festivo circula durante gran parte del metraje, con dos figuras que mucho nos recuerdan a los entrañables Abbott y Costello. Un cóctel explosivo.
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Reparto: Hugh Herbert, Allen Jenkins, Marcia Ralston, John Eldredge, George Rosener, Brandon Tynan |
10. Los intrusos (The Uninvited, Lewis Allen, 1944) |
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Cine clásico puro pero mucho más desconocido de que debiera. Con un genial Ray Milland y una dirección concisa de Allen, nos cuenta la historia de dos hermanos que compran una mansión al pie de unos acantilados. Todo parece idílico, pero lo que ellos desconocen es que la casa arrastra una maldición, que no hará nada sencilla la vida en ella. Romántica, con diálogos repletos de ingenio y muchos momentos escalofriantes, esta película tendría que figurar entre las grandes historias de fantasmas.
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Reparto: Ray Milland, Gail Russell, Ruth Hussey, Donald Crisp, Cornelia Otis Skinner, Dorothy Stickney, Barbara Everest |
11. La mala semilla (The Bad Seed, Mervyn LeRoy, 1956) |
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La maldad infantil es siempre un tema que nos aterra. La niña protagonista de esta historia es un auténtico monstruo con cara de ángel, que no dudará en destruir la vida de quien sea necesario para lograr su propio bienestar y placer. Mervyn LeRoy, director de las míticas Quo Vadis y Mujercitas –la de la Taylor–, nos demuestra aquí su gran pulso para la tensión.
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Reparto: Nancy Kelly, Patty McCormack, Henry Jones, Eileen Heckart, Evelyn Varden, William Hopper, Paul Fix, Jesse White |
12. The Man Without a Body (Charles Saunders, W. Lee Wilder, 1957) |
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No es una gran película pero la he incluído por su argumento delirante y porque no la conoce casi nadie. Resumiendo, un millonario tiene un tumor cerebral, que va a acabar con su vida. Se pone en contacto con un doctor especializado en revivir órganos muertos y en trasplantes. Deciden que se puede salvar si se le transplanta a tiempo el cerebro de otro. El millonario piensa que no existe cerebro a su altura salvo, tal vez, el de Nostradamus, famoso profeta del siglo XVI. Deciden saquear su tumba y lo que sucede después... tenéis que verlo con vuestros propios ojos. Es totalmente inefable.
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Reparto: Robert Hutton, George Coulouris, Julia Arnall, Nadja Regin, Sheldon Lawrence, Peter Copley |
13. El esqueleto de la señora Morales (Rogelio A. González, 1960) |
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Esta película rezuma mala baba por los cuatro costados. El que fue guionista de Buñuel y un magnífico realizador, Luis Alcoriza, firma el libreto de esta historia de celos, obsesión y muerte. Con un humor negro, negrísimo, la cinta retrata la vida de un taxidermista, interpretado por el galán mejicano Arturo de Córdoba, casado con una ultracatólica Amparo Rivelles, megaestrella de nuestro país en la década de los 40. El matrimonio se volverá cada vez más insoportable y degenerará hasta un punto de no retorno. Las decisiones que van marcando la historia y la inteligencia con la que están tomadas será lo que sitúe esta película por encima de otras con temática similar. |
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Reparto: Arturo de Córdova, Amparo Rivelles, Elda Peralta, Guillermo Orea, Rosenda Monteros, Luis Aragón |
14. Madre Juana de los Ángeles (Matka Joanna od Aniolów, Jerzy Kawalerowicz, 1961) |
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Monjas poseídas en un relato fantástico de corte trascendental, a la altura del Dies Irae de Dreyer o cualquiera de Andrei Tarkovski. Belleza inaudita en blanco y negro para explorar los demonios que atormentan la carne. Lucha espiritual entre el bien y el mal, con imágenes icónicas que preceden la que será también pieza maestra sobre posesiones: El exorcista, de Friedkin y Blatty. Menos popular que la obra maestra de Kawalerowicz, Faraón, Madre Juana de los Ángeles no se aleja mucho de ésta y merece mucho más conocimiento y reconocimiento que el que posee.
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Reparto: Lucyna Winnicka, Mieczyslaw Voit, Anna Ciepielwska, Maria Chwalibog |
15. El barón Mr. Sardonicus (Mr. Sardonicus, William Castle, 1961) |
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De William Castle podría haber incluído casi cualquier película de su amplia filmografía. Me he decantado por Sardonicus porque tal vez sea la rara avis dentro de su particular mundo. Es una obra profundamente romántica y misteriosa y contiene un giro final –como nos tiene acostumbrados Castle– de quitar el hipo. El llamado “Hitchcock de serie b” es algo mucho más que eso. No necesita compararse con nadie. Es un verdadero mago del suspense y el terror, y sus historias son únicas.
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Reparto: Oskar Homolka, Ronald Lewis, Audrey Dalton, Guy Rolfe, Vladimir Sokoloff, Erika Peters, Lorna Hanson |
16. La cara del terror (Isidoro M. Ferry, 1962) |
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El codirector de la masterpiece El pisito, Isidoro M. Ferry, aquí sin Ferreri, se lanza a contarnos una historia de puro fantaterror, unos años antes del boom del género en España. Uno de nuestros queridos mad doctor, nada menos que Fernando Rey, ha descubierto una manera sencilla y rápida de regenar la piel en mal estado del cuerpo humano. Intenta vender su idea a un manicomio, alegando que los locos mejoran al verse con mejor piel. Rechazan una prueba y acaba haciéndosela a una enferma fugada del centro. Todo sale bien, aparentemente, porque, como ustedes ya saben, estos experimentos tan extremos e innovadores, en el cine, no acaban como uno espera.
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Reparto: Lisa Gaye, Virgilio Teixeira, Fernando Rey, Concha Cuetos, Gérard Tichy, Carlos Casaravilla, Pedro Hurtado |
17. La trampa (Otoshiana, Hiroshi Teshigahara, 1962) |
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En el cine de Teshigahara siempre hay algo misterioso, inexplicable. Es uno de los directores que más difícil se hace hablar porque muchas de sus imágenes son indescifrables, de carácter único. Una especie de poeta desesperado e inusual, que además aborda el fantástico de continuo y desde un prisma de belleza inaudita. Otoshiana es un cóctel de terror, fantasía, surrealismo, drama social, thriller; primeras notas certeras de un autor que dejará una huella imborrable en esto del cine, con obras tan contundentes como La mujer de la arena o El rostro ajeno.
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Reparto: Hisashi Igawa, Kunie Tanaka, Hideo Kanze, Sumie Sasaki |
18. La espada del mal (Dai-bosatsu tôge, Kihachi Okamoto, 1966) |
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El género chambara –cine de samuráis– nunca dio tanto miedo. Esa “espada del mal” que nombra la traducción del título hace referencia a la katana de Ryonosuke, samurai interpretado por Tatsuya Nakadai, uno de los más grandes intérpretes nipones de la historia. Ryonosuke es un asesino sin escrúpulos, frío y perfecto en su ejecución. Es una especie de Terminator, que destruye todo a su paso. Un antecedente claro del Anton Chigurh de No Country for Old Men de los hermanos Coen. Seguro que Bardem le echó un ojo a Nakadai para realizar su transformación, porque hay miradas que riman demasiado. No se puede dirigir mejor que Okamoto, ni acabar mejor una película. Pura maestría. Y el terror está en lo que vemos, pero también en lo que intuímos fuera de campo.
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Reparto: Tatsuya Nakadai, Yuzo Kayama, Michiyo Aratama, Toshirô Mifune, Yôko Naito, Tadao Nakamaru, Ichirô Nakaya, Kei Satô |
19. ¿Por qué lloras, Susan? (The Shuttered Room, David Greene, 1967) |
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Una olvidadísima joya de horror lovecraftiano con una atmósfera de mal rollo constante. El retrato del ambiente rural enturbiado de una Nueva Inglaterra profunda, años antes de que lo abordase Peckinpah con su Perros de paja. Tremendismo primario, que acaba por volverse una pesadilla alucinada y cuyo final nos hiela la sangre. Con la interpretación hipnótica de Oliver Reed, que con su sola presencia aterra al personal.
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Reparto: Gig Young, Carol Lynley, Oliver Reed, Flora Robson, Judith Arthy, Rick Jones, Ann Bell, William Devlin |
20. El Viyi (Viy, Konstantin Ershov, Georgiy Kropachyov, 1967) |
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Este cuento clásico de terror ruso es una maravilla. Un sacerdote deberá velar el cuerpo de una bruja durante unas noches, en una perdida aldea. Durante esas noches se desata la locura y el joven luchará por no perder la cabeza. Con una imaginación desbordante y esos colores tan únicos del cine soviético, la cinta supone una experiencia de lo más cautivadora. Cine de terror diferente e inspirador.
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Reparto: Leonid Kuravlyov, Natalya Varley, Aleksei Glazyrin, Nikolai Kutuzov, Vadim Zakharchenko, Pyotr Vesklyarov |
21. A la nueve, cada noche (Our Mother's House, Jack Clayton, 1967) |
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Jack Clayton es harto conocido por su adaptación de Otra vuelta de tuerca de Henry James, titulada The Innocents, pero no tanta gente ha descubierto esta otra joya tan misteriosa. Trata sobre siete hermanos huérfanos, que viven solos en la casa de su madre recién fallecida. Aparentan que aún sigue viva y se comunican espiritualmente con ella, a las nueve, cada noche. Resulta todo lo inquietante que podáis imaginar, principalmente por cómo está narrada y fotografiada. Posee un guión inteligente, de una sutileza envidiable; unas interpretaciones infantiles alucinantes y una bella música de Delerue, como nos tiene habituados.
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Reparto: Dirk Bogarde, Margaret Brooks, Pamela Franklin, Louis Sheldon-Williams, Mark Lester, John Gugolka, Phoebe Nicholls |
22. Necronomicón (Necronomicon - Geträumte Sünden, Jesús Franco, 1968) |
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Jess Franco, uno de nuestros pilares del cine fantástico, tiene más películas él solo que toda la Hammer junta. En sus buenos años era capaz de hacer una media de siete u ocho películas. Todo un récord creativo. Tiene fama de director cutre y casposo, pero es una afirmación un tanto ligera y osada. Poco presupuesto siempre tuvo pero lo cubrió con una imaginación y creatividad desbordante. En prácticamente todas sus obras encontramos elementos originales y brillantes. Y la que nos ocupa es, sin duda, una de las mejores, de las más redondas y bastante menos conocida que las también geniales, Gritos en la noche o Miss Muerte, por ejemplo. Necronomicón, también conocida como Succubus, es un espectáculo de pura sensualidad y onirismo, donde el terror se va apoderando poco a poco de la historia. Posee una serie de secuencias inolvidables, como la que acontece en una sala repleta de maniquíes.
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23. Un lugar tranquilo en el campo (Un tranquillo posto di campagna, Elio Petri, 1968) |
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Franco Nero es un pintor en horas bajas. Se retira a un “lugar tranquilo en el campo”, para volver a encontrar la inspiración, pero no sabe que el casoplón en el que se aloja esconde un terrible misterio. De nuevo, el tema de las casas encantadas pero esta vez desde una visión de autor europeo. Se aleja bastante de los enfoques tradicionales americanos y el resultado es fascinante. Nos adentramos en la visión del pintor, que va deformándose con sueños, visiones y alucinaciones. Encontramos ciertas conexiones con El resplandor de Kubrick y King: el enfoque subjetivo y degradado de locura que sufre el protagonista, un autor con problemas, en un entorno aislado y encantado. Bañado todo con una inquietante melodía del maestro Morricone.
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24. La violación de la vampira (Le viol du vampire, Jean Rollin, 1968) |
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El hermano espiritual francés de nuestro Jess Franco, Jean Rollin, se especializó en terror y erotismo y con el tema vampírico realizó una serie de títulos de lo más interesante. Su ópera prima fue Le viol du vampire, una película que puede llevar a malentendidos por su título, y que no deja de ser una declaración de intenciones de lo que será la obra posterior del cineasta. Estamos ante una cinta de puro arte y ensayo. Erótica, onírica, poética y, por momentos, casi abstracta. Una obra de una fuerza arrebatadora.
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25. Equinox (Jack Woods, Mark Thomas McGee, Dennis Muren, 1970) |
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Una especie de precursora de Evil Dead, con muchos elementos en común: el libro de los muertos, posesiones,... Mucho más floja que la obra de Raimi pero con un interés indudable. Gran parte de la película es ver a los protagonistas caminar por un bosque, pero toda la parte final está plagada de ideas originales y monstruos stop motion, a lo Ray Harryhausen.
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26. El rojo en los labios (Les lèvres rouges, Harry Kümel, 1971) |
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Sugerente versión de la leyenda de la condesa Bathory, plagada de erotismo y buen gusto estético. Tiene algunas secuencias de tensión a la altura de los maestros, como la que sucede en una ducha, hecha con el mismo nervio de planos y montaje que la de Psicosis de Hitchcock o la del ascensor de Vestida para matar, de Brian De Palma. No es moco de pavo. El tono y la atmósfera tan especial que envuelven la cinta la sitúan como única en su especie.
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27. Despertar en el infierno (Wake in Fright, Ted Kotcheff, 1971) |
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Esta película no es propiamente de género fantástico pero tiene una serie de elementos que la convierten en algo totalmente aterrador. Es un descenso a los infiernos en toda regla, donde el alcohol y el juego funcionan como armas letales. Y qué decir de la cruenta y dificilmente soportable cacería de canguros. Lo dicho, puro terror.
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28. Terror ciego (See No Evil, Richard Fleischer, 1971) |
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Los invidentes siempre han jugado un papel importante en las cintas de terror e intriga. En esta ocasión la protagonista es una mujer ciega, interpretada por Mia Farrow, que es perseguida por un asesino sin escrúpulos. Lo verdaderamente interesante de esta película es el punto de vista que utiliza y todos los juegos que con ello provoca. Pura tensión setentera rodada con virtuosismo por el, muchas veces olvidado o denostado, Richard Fleischer.
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29. Los demonios (The Devils, Ken Russell, 1971) |
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Ken Russell es pura locura y libertad. Lo ha demostrado en multitud de ocasiones y tal vez ésta es su mejor obra. Está inspirada en la misma historia real de monjas poseídas de Madre Juana de los Ángeles, pero ésta apuesta mucho más por el mundo carnal. Una verdadera brutalidad tanto de imagen como de contenido, narrada con una fuerza que muy pocos realizadores poseen. Y encima la protagonizan Oliver Reed y Vanessa Redgrave, dos de los mejores intérpretes británicos.
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30. La noche de los diablos (La notte dei diavoli, Giorgio Ferroni, 1972) |
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Un enfoque diferente al tema vampírico, en una coproducción entre España e Italia, tan habitual durante esos años. El efectivo Gianni Garko –inolvidable Sartana– llega a una perdida casa en el campo, donde vive una familia muy extraña. Tema manido pero dirigido con mano firme por Ferroni. Hay unas cuantas escenas de puro terror, muy bien construído. Comparada con otras obras de tema similar, ésta incomprensiblemente ha permanecido bastante oculta hasta nuestros días. |
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31. ¿Quién la ha visto morir? (Chi l'ha vista morire, Aldo Lado, 1972) |
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Puro ejemplo de cine gialli, con un asesino de niñas suelto por Venecia y George Lazenby tras él. Con todos los tropos de este tipo de cine, está dirigida de forma brillante por Aldo Lado, uno de los grandes autores del terror italiano. La película es desconocida más allá de los fanáticos del género, pese a no resultar tan hermética como otras. Es una interesante y bien concebida historia que demuestra que hay talento más allá de Argento, Bava o Fulci.
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32. Una vela para el diablo (Eugenio Martín, 1973) |
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Si en Pánico en el Transiberiano Eugenio Martín apostaba por un terror internacional, muy cercano a la Hammer, incluso con estrellas de ella, como Christopher Lee y Peter Cushing, aquí tiró por todo lo contrario, con una especie de crónica negra puramente española. Nos cuenta la historia de dos hermanas ultracatólicas y puritanas, que no dudan en matar a cualquier “fresca” que se cruce en su camino. Pero ellas también esconden unos impulsos sexuales, reprimidos por su propio sistema condenatorio. Con Esperanza Roy, musa del fantaterror, y ¡Aurora Bautista!, en un papel muy alejado de esas heroínas de Juan de Orduña, aunque también cercana a ellas en cuanto a espiritualidad mal entendida. El resultado es una crítica brutalísima al franquismo, quizá uno de los motivos por los que no obtuvo el éxito que merecía. Es fantástica, como todo el cine de Martín.
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33. El monte de las brujas (Raúl Artigot, 1973) |
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Una de las grandes olvidadas dentro del fantaterror español resulta ser también una de las más interesantes. Rodada con muy pocos medios pero con una gran imaginación, no cosechó el éxito esperado y permaneció en el olvido hasta casi nuestros días. Se estrenó en el Festival de Sitges del 73, logrando una mención especial del jurado y ahí quedó todo. No tuvo ni estreno comercial. Raúl Artigot solo dirigió un par de títulos más pero como director de fotografía tuvo una carrera muy extensa. De ahí la buen tratado fotográfico de la cinta, que aprovecha muy bien los espacios naturales de los montes de Asturias, en un formato panorámico 2:35.
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34. Matar o no matar, éste es el problema (Theater of Blood, Douglas Hickox, 1973) |
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Un actor de teatro clásico, harto de recibir malas críticas, decide matar uno a uno a todos los culpables de las mismas. Continuación apócrifa de las dos películas del Dr. Phibes, posee la misma mala leche que ellas y un Vincent Price maduro y sarcástico. Las muertes serán cada vez más estrambóticas y la diversión, por tanto, mayor. El mismísimo William Shakespeare servirá de inspiración y los crímenes se tornarán piezas de teatro, de “teatro de sangre”.
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35. Una gota de sangre para morir amando (Eloy de la Iglesia, 1973) |
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Esta versión cañí de La naranja mecánica es mucho más que eso. Es ciencia ficción, thriller y también terror, con una parte de puro gialli, donde la “lolita” Sue Lyon se dedica a asesinar jóvenes, vestida de enfermera. Todo muy “Tarantino” también. De la Iglesia rompiendo moldes, como siempre, y respaldado en el guion por José Luis Garci, entre otros. Una verdadera rareza, fresca, dinámica y violenta. Puro culto.
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36. El pantano de los cuervos (Manuel Caño, 1974) |
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Otra gran olvidada dentro del género en nuestro país. Es una película fascinante donde comulgan mad doctors y muertos vivientes. La dirige Manuel Caño, uno de los pocos valientes en afrontar una adaptación de Tarzan en España y ¡en dos ocasiones! El pantano de los cuervos es puro pulp y su descubrimiento da mucho placer al aficionado de este tipo de cine. El galán Ramiro Oliveros se entrega a la causa y nos regala una gran interpretación como doctor creyente en la vida más allá de la muerte.
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37. El anticristo (L'anticristo, Alberto de Martino, 1974) |
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La respuesta italiana a El exorcista es mucho mejor de lo esperado. Su director, Alberto de Martino, posee un talento visual enorme y aquí lo demuestra con creces, al igual que en la también ignota Holocausto 2000. Con reparto internacional (Mel Ferrer, Arthur Kennedy) y música de Morricone y Nicolai, es un verdadero disfrute y para nada merecedora de las duras críticas que recibió (y recibe).
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38. Crimen en la noche (Dead of Night, Bob Clark, 1974) |
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Bob Clark conocido por traernos la saga Porky's hizo un puñado de buenas pelis de género como Navidades negras o ésta que nos ocupa. Un militar americano fallecido en la guerra de Vietnam vuelve a casa con su madre. La “vida” que llevará desde entonces será muy diferente a la que estaba acostumbrado. Esta historia oscura de bajo presupuesto funciona como crítica brutal al sistema americano y su visionado resulta una experiencia inquietante.
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39. Sucesos en la IV fase (Phase IV, Saul Bass, 1974) |
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La única película que dirigió el más famoso creador de títulos de crédito de la historia del cine, Saul Bass, es una auténtica pesadilla sobre hormigas. Terror provocado de forma realista como un estudio de ciencia ficción, con menos ficción de lo que parece. La cinta está tan bien dirigida y narrada que supone una auténtica rara avis dentro del género y la demostración absoluta de que Bass no solo era un maestro haciendo créditos. El póster es un claro homenaje a Un perro andaluz, de Buñuel y Dalí.
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40. Trastornado (Deranged, Jeff Gillen, Alan Ormsby, 1974) |
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Basada en la vida de Ed Gein y realizada el mismo año que La matanza de Texas, este biopic alterna el morbo y la sequedad con el humor más oscuro. Tal vez sea la mejor versión de los hechos, y la más desconocida. Tiene momentos muy desagradables y su visionado es duro pero merece mucho la pena. La interpretación de Roberts Blossom es impresionante.
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41. Síntomas (Symptoms, José Ramón Larraz, 1974) |
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De Larraz podría haber incluído casi cualquier obra. El oscurantismo envuelve su filmografía. Gran parte de ella realizada fuera de España, por motivos evidentes. Symptons es una delicia, muy emparentada con el cine de Polanski, pues habla de la obsesión, la soledad y la locura, en un ambiente cerrado, opresivo; aunque sea en pleno bosque, en una mansión aislada de toda civilización. Es ejemplar en cuanto a atmósfera y tempo. Otra prueba de que el terror casa muy bien con el cine de autor.
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42. El unicornio (Black Moon, Louis Malle, 1975) |
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Sucede una especie de apocalipsis y una chica se refugia en una casa en el campo. Allí las cosas no son convencionales. Parece que la casa está gobernada por animales, los humanos se comportan de forma extraña y un unicornio se pasea por el jardín. Esta especie de Alicia en el país de las maravillas, versión Louis Malle, es puro surrealismo y belleza. Recorremos fascinados este cuento mágico y único. Una verdadera rareza fílmica y, para el que esto escribe, una de las piezas cumbres del famoso director de la nouvelle vague.
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43. Island of Death (Ta paidia tou Diavolou, Nico Mastorakis, 1976) |
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Una joven pareja de enamorados llega a una isla griega y, lo que a primera vista es un viaje romántico, se convierte en una verdadera pesadilla. Comenzarán a asesinar a todo el que se cruce en su camino. Estamos ante una película extrema, violentísima, de las que fueron catalogadas como nasties –aquerosas– en el Reino Unido. Su visionado se hace duro, pero todo rezuma una crítica social hacia el turismo y, en general, al clasismo, que le aporta una calidad superior a lo esperado.
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44. Último deseo (León Klimovsky, 1976) |
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Uno de los argumentos más delirantes del fantaterror español, mezcla varios tópicos y el resultado es delicioso. Es como si la novela El día de los trífidos de John Wyndham se juntase con La noche de los muertos vivientes de Romero y el erotismo que brotaba en esos años de transición. Un grupo de personas de alto poder y nivel económico quedan atrapadas en una casa de campo, mientras realizaban una orgía. Fuera se ha desatado un holocausto nuclear y solo quedan humanos que se han quedado ciegos, con ganas de sobrevivir a toda costa. Fascinante.
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45. La casa de la colina de paja (Exposé, James Kenelm Clarke, 1976) |
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Otra de las denominadas video nasties –películas prohibidas en Reino Unido por la censura– y, como todas ellas, película tremendamente original. Llena de erotismo y violencia pero también de una intriga bien construida y dosificada. Gran parte del exotismo de la película lo aporta el rostro, siempre hipnótico, de Udo Kier, una de las piezas claves del terror europeo más internacional.
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46. Pesadilla diabólica (Burnt Offerings, Dan Curtis, 1976) |
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Karen Black, Oliver Reed, Burgess Meredith y Bette Davis, en uno de sus últimos papeles, en otra historia de casas encantadas. Es una película terrorífica como pocas, gran parte debido a esas bestias de la interpretación. El gran Dan Curtis preside la ceremonia con el talento que le caracteriza y el impacto que provocan ciertas de sus escenas, quedarán marcadas a fuego en nuestro cerebro, como la que acontece en la piscina. No hacen falta efectos especiales cuando se tiene tanta maestría.
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47. The Black Panther (Ian Merrick, 1977) |
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Esta película, basada en el criminal real Donald Neilson, indaga en la psicología del personaje como no muchas lo hacen. Es un estudio minucioso sobre un ladrón, secuestrador y asesino, apodado como “pantera negra”, que cometió sus crímenes a principios de la década de los 70 en Inglaterra. La película, realizada al poco, es fría, seca, sin concesión alguna. Resulta desasosegante en su realismo y crudeza. Notable pieza a descubrir.
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48. La última ola (The Last Wave, Peter Weir, 1977) |
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El archiconocido Peter Weir empezó su carrera haciendo unos filmes extrañísimos en Australia como Los coches que devoraron París y ésta que nos ocupa. Intriga apocalíptica con un fantástico Richard Chamberlain, que contempla atónito –como nosotros– la concatenación de plagas o profecías, que anuncian la llega de “la última ola”. Esoterismo aborigen que contrasta con el mundo terrenal de la civilización occidentalizada. La primera gran obra maestra del genio australiano.
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49. La centinela (The Sentinel, Michael Winner, 1977) |
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Emparentada directamente con La semilla del diablo –al ser cercana en el tiempo y transcurrir en un edificio en pleno centro de la ciudad–, La centinela se aleja de la cinta de Polanski en ciertos aspectos y sobre todo en su desenlace. Seguimos la angustia que sufre Allison al mudarse a un antiguo edificio, lleno de gente extravagante y un misterioso invidente que vive en el ático. El director británico Michael Winner, aquí sin su inseparable Charles Bronson, despliega todo su talento en una historia aterradora, con un reparto lleno de estrellas del viejo y nuevo Hollywood. Desfilan por ella Arthur Kennedy, Ava Gardner, Burgess Meredith (mejor actor en Sitges), José Ferrer, Christopher Walken y unos cuantos más, como si de una cinta de catástrofes –tan famosas en esa época– se tratara.
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50. Ensalada Baudelaire (Leopoldo Pomés, 1978) |
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La única cinta dirigida por el prestigioso fotógrafo Leopoldo Pomés es de lo más original que te puedes encontrar. Jugetona con el espectador, tiene muchos punto en común con Funny Games, pero es de veinte años antes. Una pareja de jóvenes secuestra en un yate a un adinerado matrimonio. Se establecen una serie de juegos masoquistas entre ellos. El marido está interpretado por Xabier Elorriaga, que se hizo famoso años después por su profesor Castro, en Tesis, de Amenábar. Muy poca gente conoce esta peculiar “ensalada” y es absolutamente fascinante. Como curiosidad, comentar que posee varios finales alternativos. También es innovadora en ese aspecto.
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51. Escalofrío (Carlos Puerto, 1978) |
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Otra película denostada durante mucho tiempo y de culto fuera de nuestras fronteras. Otra brillante muestra de que en España en la décadas de los 60 y 70 se hicieron grandes historias de terror. En esta ocasión dirige Carlos Puerto –interesantísimo también su thriller El francotirador–, apadrinado por uno de los mayores impulsores del género, Juan Piquer Simón. Una historia de sectas satánicas, plagada de sexualidad, con una ambientación enrarecida y sórdida.
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52. Largo fin de semana (Long Weekend, Colin Eggleston, 1978) |
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Una pareja pasa un fin de semana en una playa desértica. La tranquilidad del lugar se ve alterada cuando la naturaleza comienza a atacarles, sin motivo aparente. Con tal fascinante argumento y la extrañeza habitual del terror australiano, estamos ante una película única, de ritmo pausado pero contundente. Las situaciones sorprendentes se van sucediendo hasta alcanzar un insólito clímax. La película ganó dos premios en Sitges, el de mejor actor y el Premio de la Crítica |
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53. La portentosa vida del padre Vicente (La portentosa vida del pare Vicent, Carles Mira, 1978) |
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La vida y milagros del valenciano San Vicente Ferrer, dio pie al brillante Carles Mira a hacer una brutal sátira sobre la Iglesia Católica. Seguimos al santo en su peregrinación por Europa, con sus discípulos, y cada episodio es más surrealista y absurdo que el anterior. No es una película de terror pero posee una serie de milagros grotescos, que la meten de lleno en el fantástico, como el protagonizado por un bebé. La foto de Teo Escamilla es prodigiosa y eleva mucho el resultado final.
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54. La bella y la bestia (Panna a netvor, Juraj Herz, 1978) |
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Juraj Herz, artífice de la fabulosa El incinerador de cadáveres, tiene una carrera de lo más interesante dentro del cine fantástico. Prueba de ello es esta oscurísima visión del cuento de La bella y la bestia. Muy alejada de las demás versiones en tono y estética, resulta inquietante la forma aviar de la Bestia y sus extraños ayudantes, pequeños demonios negros. Y ese castillo tan alejado del de Disney y Cocteau; sucio, decrépito, rodeado de ciénagas... Premiada en el Festival de Sitges 79, al mejor director Juraj Herz.
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55. El visitante del más allá (Stridulum, Giulio Paradisi, 1979) |
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Una de las más extrañas muestras del cine italiano de los 70. El esoterismo alcanza cotas estratosféricas –nunca mejor dicho– en esta obra repleta de rostros conocidos. La aparición más curiosa es la de Sam Peckinpah, que interpreta a un doctor. Esta historia de posesiones alienígenas es más onírica y simbólica que narrativa y eso echa para atrás a muchos. De ahí su poca valoración. Resulta, en definitiva, mucho más interesante que obras más conocidas de esa época.
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56. El carnaval de las bestias (Jacinto Molina, 1980) |
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De Naschy como director podría haber incluído casi cualquier título porque siempre ha sido vilipendiado por la crítica y la industria. Pocos defensores ha tenido en su propia tierra pero poco a poco vamos siendo más. Hay que decirlo bien claro: Jacinto Molina ha sido uno de los pilares en el fantaterror español y, como director, uno de los más arriesgados. Prueba de ello son El caminante, Inquisición, La bestia y la espada mágica, El huerto del francés o la que nos ocupa; una cinta asfixiante con uno de los plot twist más locos del género, a la altura de Abierto hasta el amanecer.
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57. Viaje al más allá (Sebastián D'Arbó, 1980) |
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Este recopilatario de historias paranormales es especial por varios motivos. El principal es su director, Sebastián D'Arbó, uno de los grandes investigadores y expertos en parapsicología de nuestro país. Por ello la cinta es un documento único, basado en casos reales donde el misterio y lo incomprensible se dan la mano. Cuenta además con un conductor de lujo, el maestro del fantástico, Narciso Ibáñez Menta.
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58. Terror en el tren de medianoche (Manuel Iglesias, 1980) |
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Un tren fantasma pasa por la pequeña estación de un pueblo, cada vez que fallece un vecino. El jefe de estación contempla incrédulo el suceso cada noche. Otra muestra de cine repudiado por crítica y público. Tiene más ideas buenas que fallidas y, aunque no alcance la excelencia, es una película muy a tener en cuenta. Lo mejor que tiene es la atmósfera enrarecida y fantasmagórica, con una gran fotografía de José Andrés Alcalde; y la participación en el guion de Antonio Fos, habitual en el género.
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59. Más allá de la reencarnación (Harlequin, Simon Wincer, 1980) |
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Cinta australiana de gran fuerza visual. La dirige Simon Wincer antes de embarcarse en grandes producciones de Hollywood como Dos duros sobre ruedas, Liberad a Willy o la excelente miniserie Lonesome Dove. Es una historia curiosa, donde un extravagante personaje –el arlequín del título original– se introduce en las vidas de un senador y su familia. Este hombre enigmático, interpretado por Robert Powell, manipulará a la familia a su antojo. La cinta, a ratos onírica, juega en gran parte del metraje a desconcertar al espectador. Es algo de agradecer.
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60. La isla (The Island, Michael Ritchie, 1980) |
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Basada en una novela de Peter Benchley, autor de Tiburón y Abismo, esta historia no obtuvo el éxito ni la aceptación de las anteriores. Su argumento podría parecer en un principio que pertenece al género clásico de aventuras pero nada más lejos. Actúa un poco como El bosque de Shyamalan; aquí en vez de un pueblo pacífico aislado de la civilización, se trata de una banda de piratas que vive anclada en sus crudas tradiciones ancestrales. Por momentos, la película da verdadero terror. Es incompresible su poco reconocimiento. |
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61. La invasión de los zombies atómicos (Incubo sulla città contaminata, Umberto Lenzi, 1980) |
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Esta película considerada trash o serie z contiene varias escenas espeluznantes. Sus efectos paupérrimos no pueden nublar una narración vibrante. No está en esta lista por desconocida sino por injustamente infravalorada. Es clara precursora de 28 días después y, para mí, superior. Los zombies aquí son infectados, que corren que se las pelan y encima usan cuchillos y ametralladoras en sus ataques. Una total locura. Y en el reparto encontramos a Paco Rabal, Eduardo Fajardo, Maria Rosaria Omaggio, Mel Ferrer,... Poco más se puede pedir. Ah, sí, una fantástica secuencia climática rodada en el Parque de atracciones de Madrid, nuestro particular Zombieland. Un must.
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62. Gomia, terror en el Mar Egeo (Antropophagus, Joe D'Amato, 1980) |
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El polémico Joe D'Amato, capaz de hacer desde el terror más extremo hasta porno, nos regala aquí su obra maestra. Un obra incomprendida y despreciada por sus momentos gore y su ritmo pausado, es de lo más hipnótico que te puedas encontrar. Si dejas de lado la evidente falta de presupuesto podrás disfrutar de una obra compleja, coescrita por su propio protagonista, George Eastman –Luigi Montefiori para los suyos–. Contiene varios momentos que no podrás olvidar, como el que preside el cartel, en donde el zombificado Eastman devora sus propias tripas. Bocado gourmet.
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63. Lobos humanos (Wolfen, Michael Wadleigh, 1981) |
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Ésta no es un cinta de hombres-lobo convencional. Ni mucho menos. Es una obra psicológica de altura. Brutal retrato de un Nueva York lleno de corrupción, donde los humanos son más fieros que los propios lobos. El horror, en su estado más puro, puebla las secuencias, acompañado por la inquietante partitura de Horner y un Albert Finney, brillando con fuerza. Es de locos que no se encuentre en lo más alto del género.
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64. Cumpleaños sangriento (Bloody Birthday, Ed Hunt, 1981) |
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Durante un eclipse solar nacen tres niños, en diferentes familias. A los pocos años, las adorables criaturas asesinan por placer. Como si de una libre versión de El pueblo de los malditos se tratara, asistimos a una serie de cruentos crímenes realizados por los críos, cada vez más desagradables. A diferencia de la novela de Wyndham y la película de Rilla, en ésta encontramos mucho humor negro y mala baba. Es precisamente lo que eleva la película del resto de subproductos similares.
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65. Carretera mortal (Roadgames, Richard Franklin, 1981) |
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Justo después de hacer Patrick, peli de culto total, el australiano Richard Franklin realizó estos “juegos de carretera”, con Jamie Lee Curtis, recién nombrada scream queen gracias a Halloween, Prom Night y Terror Train; y el gran Stacey Keach. Es como Carretera al infierno pero anterior y mucho menos conocida. Un asesino en serie recorre las desérticas carreteras australianas, hasta que se cruza en el camino con una autoestopista y un camionero. Comenzará entonces un apasionante juego de “el gato y el ratón”, dando como resultado un thriller tenso y bien orquestado.
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66. La quema (The Burning, Tony Maylam, 1981) |
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Si hubiese tenido más suerte, esta película habría generado saga, como Viernes 13. Posee más imaginación y unos quiebros más finos que la primera parte de la saga de Crystal Lake, pero muchas veces la suerte o las circunstancias encumbran a unos y sepultan a otros. La quema es una cumbre del slasher y, aunque no tuvo la aceptación que merecía, cada vez se reivindica más. Su condición de cult movie ya no se la quita nadie.
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67. La angustia del miedo (Angst, Gerald Kargl, 1983) |
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Pocos relatos son tan fríos y crudos como este Angst. No hay hueco para el disfrute y desahogo. Es todo angustia, como bien nos indica su título. Puede que sea lo más cercano que vas a estar de ver una snuff movie en tu vida, sin que haya un ápice de realidad. Mucho mérito en ello. La sucia foto, la dirección concisa de Kargl y el fascinante rostro de Erwin Leder, logran que se te quede muy mal cuerpo durante todo el metraje.
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68. El torreón (The Keep, Michael Mann, 1983) |
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La película más incomprendida y olvidada del maestro Michael Mann es un estupendo relato de terror y fantasía. Algo irregular en ciertas partes, el conjunto es muy destacable. Tiene mucho de terror gótico –transcurre en una fortaleza de Rumanía– gracias a una espectacular foto del británico Alex Thomson, uno de los grandes directores de fotografía y cameramans de los últimos 40 años. La historia no deja de ser la típica de “fuerzas sobrenaturales atrapadas en un lugar y son liberadas”, pero el desarrollo de la trama es muy interesante, al mezclarse con temática bélica. Los FX son notables y la música de Tangerine Dream, como siempre, una delicia. Para nada merece los palos que recibió y recibe aún a día de hoy.
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69. El cuarto hombre (De vierde man, Paul Verhoeven, 1983) |
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Bien es sabido que Paul Verhoeven no tiene filtro. Es un director excesivo, violento, muy carnal y no le tiene miedo a nada. Hace uno de los cines más libres que existen. Es uno de los pocos terroristas que ha logrado introducir varias películas-bomba dentro del sistema. Hollywood le aceptó sin saber lo que hacía y gracias a ello tenemos salvajadas maravillosas e inolvidables como Robocop, Desafío total, Showgirls o Starship Troopers. Pero ya en Holanda –de donde es nativo– hacía un cine de una fuerza impensable hoy día. El cuarto hombre tal vez sea la mejor obra de su primera etapa y entronca muy bien con el espíritu de esta lista, porque no es demasiado conocida y, pese a no poseer un argumento típico del cine de terror, es un absoluto delirio que provoca pánico y angustia por igual. Es la pesadilla kafkiana de un escritor alcohólico, ultracatólico y homosexual, que comienza a sufrir alucinaciones premonitorias, mientras se va obsesionando, cada vez más, con una “viuda negra”.
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70. Violencia en Manhattan (Street Trash, Jim Muro, 1987) |
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Posee todo el gore, la suciedad y el “macarrismo” que te puedas imaginar en un título así. Excesiva a más no poder pero con una brillantez que asusta y más en este tipo de subproductos. Su director, Jim Muro, solo hizo esta película, luego dirigió algunos episodios de series, pero en lo que más ha trabajado es como operador de steadycam y eso ya aquí se nota. Es la única forma de entender ciertos planos loquísimos, que se meten por cualquier recoveco de unas ruinas para mostrarnos lo grotesco desde el mejor ángulo posible. La premisa es sencilla. Una bebida putrefacta es encontrada en el almacen de una tienda y puesta a la venta. Las personas que se beben semejante brebaje se derriten –literalmente– o explotan. Extrema delicatessen. |
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71. Los creyentes (The Believers, John Schlesinger, 1987) |
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Thriller con apariencia convencional pero repleto de grandes ideas visuales. No sorprende al estar detrás John Schlesinger, director británico inclasificable, que revolucionó el cine norteamericano con su Cowboy de medianoche. Los creyentes comienza con una de las secuencias más impactantes que recuerdo. La muerte, por una serie de acontecimientos casuales o causales, de la madre de una típica familia acomodada. Ese suceso tan traumático marcará el resto de movimientos en la vida del psiquiatra Cal Jamison, interpretado con pasión por Martin Sheen, y más cuando investigue una serie de crímenes rituales que suceden en pleno corazón de Nueva York. La ciudad, al igual que sucedía en La última ola o en Lobos humanos, figura como un personaje más, que contrasta con el misticismo y la brutalidad más primigenia del ser humano.
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72. Presidio (Prison, Renny Harlin, 1987) |
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Producida por la Empire Pictures, la productora de los hermanos Band, esta película es la que le dio a Renny Harlin su ticket dorado para Hollywood, haciéndose cargo de la cuarta parte de Pesadilla en Elm Street. Lo demás ya es historia, pero ésta, su segunda obra, merece más fama de la que tiene. Con un joven Viggo Mortensen de protagonista, nos adentramos en la prisión de Creedmore, donde un espíritu atormentado busca venganza. La película está llena de set pieces de escándalo, la mayoría de una violencia atroz, con unos FX que sorprenden para su ajustado presupuesto. Pese a todo fue un fracaso de taquilla. |
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73. Desbocado (Rampage, William Friedkin, 1987) |
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Otro director top con una película que apenas se conoce. Que Friedkin es un genio lo sabemos todos pero, ¿por qué hay películas suyas que no tienen apenas distribución o reconocimiento? Es el caso de Bug –sin estreno en España–, La tutora o Desbocado. Tras varios fracasos comerciales, Friedkin no levantaba cabeza y pese a que Desbocado resultó una gran película, fue otro batacazo. Es la historia de un asesino en serie, contada desde la máxima sequedad. Es este punto conecta con otras de la lista como Angst o Tony, propuestas duras de ver pero sobresalientes en su concepción. |
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74. Teléfono mortal (Minaccia d'amore, Ruggero Deodato, 1988) |
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La fascinante Charlotte Lewis protagoniza esta extraña película de Deodato, muy difícil de enmarcar en algún subgénero. Es un relato cargado de erotismo, muy de la época, que deriva en una historia de terror sobrenatural. Su horrible título español da una imagen errónea de la película, como de serie z, pero en realidad se trata de un relato muy digno, que provoca una constante sensación de extrañeza y misterio. |
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75. Game Over – Se acabó el juego (36.15 code Pére Noël, René Manzor, 1989) |
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¿Qué pasaría si Papá Noel, al bajar por tu chimenea, lo primero que hiciese fuera matar a tu perro? Esto contempla el pequeño Thomas y tendrá que tomar una rápida decisión: huir o enfrentarse a él. Esta especie de Solo en casa francesa es puro horror y más si la has visto de niño. Su enturbiada atmósfera y la sucesión de momentos de pura violencia hacen de este survival un gran divertimento para adultos y un buen trauma para los infantes.
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76. Fuera de sí, sin descanso (Relentless, William Lustig, 1989) |
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William Lustig fue una figura clave del género en los años 80, autor de la saga Maniac Cop y, sobre todo, de esa obra maestra titulada Maniac, continuó sus andadas por las vidas de serial killers, con esta Relentless, que pasó sin pena ni gloria. Lo primero que sorprende es ver a Judd Nelson –El club de los cinco– en la piel del psicópata. Lo segundo, su guionista, Phil Alden Robinson, habitual en películas familiares como Campo de sueños y Ghost Dad. Pese a lo extraño del proyecto, el resultado es bastante notable y dio pie a varias continuaciones para televisión, donde repetían papeles Leo Rossi, como el detective Sam Dietz, y Meg Foster.
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77. El gran lío (Nothing But Trouble, Dan Aykroyd, 1991) |
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Esta especie de parodia de La matanza de Texas desprende genialidad en cada fotograma. Nunca entendí el desprecio cosechado, de crítica y público. La única película dirigida por el genio de la comedia Dan Aykroyd es una obra incomprendida, al igual que le sucedió a otro maestro como Charles Laughton, cuando despedazaron su delicado cuento gótico, La noche del cazador.
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78. El demonio del desierto (Dust Devil, Richard Stanley, 1992) |
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Antes de volverse loco por culpa de Marlon Brando y Val Kilmer en el rodaje de La isla del Dr. Moreau, Richard Stanley era uno de los valores en alza del cine fantástico. Ésta, su segunda obra, tras la también estupenda Hardware, se adentra en los terrenos del body horror, pero también del western esotérico. Así en Dust Devil nos encontramos a un extraño y solitario personaje, que recorre las carreteras de Namibia, buscando víctimas. Podría ser el típico asesino en serie, pero es algo más; un demonio ancestral que ha adquirido forma humana y se alimenta de almas atormentadas. Todo ello en los áridos parajes africanos que, junto a la hipnótica música de Simon Boswell, logran transmitir una atmósfera de pesadilla. Hace poco, han rescatado a Stanley del ostracismo y ha vuelto a dirigir, afrontando la difícil tarea de adaptar a Lovecraft; y no le ha salido nada mal. Color Out of Space, con Nicolas Cage, ha tenido buena aceptación entre los fans del genio de Providence. |
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79. El señor de las ilusiones (Lord of Illusions, Clive Barker, 1995) |
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El tercer y último trabajo como director del ínclito Clive Barker, es considerado inferior a sus anteriores –Hellraiser y Razas de noche– pero creo que es una percepción un tanto injusta. El señor de las ilusiones posee una gran imaginería y una concepción del horror harto original. Lo que podría ser la típica historia de mago maligno, como hay miles, se torna en auténtica paroniria, gracias a la multitud de efectos e ideas retorcidas que maneja Barker. Por algo es uno de los más grandes autores de terror. |
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80. L'arcano incantatore (Pupi Avati, 1996) |
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El aún muy desconocido Pupi Avati, firma con ésta su obra más gótica y tal vez su pieza maestra. Avati siempre se ha mantenido distante de sus coetáneos del horror italiano, como son Bava, Argento,... Gran parte de su filmografía no pertenece al fantástico, pero cuando lo ha abordado, varias de sus obras, aún inéditas en España, han adquirido el status de culto, como Zeder, La casa dalle finestre che ridono o la que nos ocupa. Avati ha estado siempre más interesado en mostrar las leyendas o enigmas ancestrales de su tierra que los terrores que abundan en su propio tiempo, prueba de ello es el cautivador relato medieval esotérico que ofrece en L'arcano incantatore. |
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81. Gozu. El camino a la locura (Gokudô kyôfu dai-gekijô: Gozu, Takashi Miike, 2003) |
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El año 1999 fue clave en la carrera del nipón Takashi Miike. Su película Audition nos dejó sin habla a medio mundo. Él ya llevaba una cantidad ingente de obras a su espalda pero ésta marco un antes y un después en el marco internacional. A partir de ahí se le empezó a valorar como una de las principales figuras del cine de terror actual. Pero Miike es mucho más que terror. Es pura libertad y explosión de frescura. Domina cada género que toca, ya sea drama, chambara, comedia, fantasía e incluso musical. Los mezcla a su antojo, con su estilo personal arrollador, y nos regala obras únicas. Uno de los mejores ejemplos para entender su cine es Gozu, un absoluto delirio onírico donde se juntan una historia de yakuzas, humor negro desaforado, un minotauro, una empresa de leche materna humana, penes gigantes pixelados y uno de los finales más inclasificables y hermosos de la historia del cine. Cómo no vamos a amarla. |
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82. The Bottled Fools (Gusha no bindume, Hiroki Yamaguchi, 2004) |
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Otra obra perturbadora japonesa es esta The Bottled Fools, también conocida como Hellevator. En un futuro indeterminado gigantescos edificios pueblan el mundo, interconectados por ascensores. En uno de ellos se juntan una serie de personajes, entre los que se encuentra un reo enloquecido, que está siendo trasladado a otro centro. El caos se desatará en el ascensor y el largo viaje se tornará infernal. Encontramos varias similitudes con la posterior La trampa del mal, con guion basado en una idea de Shyamalan. Con bastante menos presupuesto pero con una gran imaginación, Yamaguchi construye un relato claustrofóbico, con mucha crítica social y varias escenas escalofriantes. |
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83. The Birthday (Eugenio Mira, 2004) |
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Muy consciente de que estaba construyendo una cinta de puro culto, Eugenio Mira debutó en el largo. La primera seña de ello fue la elección del protagonista absoluto. Un actor que saliese en cada uno de los planos. El elegido fue nada menos que Corey Feldman –el insoportable “Bocazas” de Los Goonies–, historia viva de los 80. El escenario es también clave: un hotel antiguo, señorial, casi abandonado; donde celebrarán el cumpleaños del padre de la novia del prota. Lo que acontece en las horas previas y durante la celebración es, por momentos, retorcido, incomprensible. Un misterio traerá de cabeza a Corey, que lucirá cada uno de sus tics.
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84. Haze (Shin'ya Tsukamoto, 2005) |
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Tsukamoto tiene la capacidad de quebrar toda nuestra paciencia y cordura. Lo ha demostrado en cada obra, pero lo de Haze es ya de escándalo. Un hombre –el propio Tsukamoto– atrapado entre dos estrechas paredes es lo único que necesita para dar más miedo y angustia que cientos de películas de mayor prestigio. En apenas 50 minutos nos las vemos y nos las deseamos, como el protagonista, para salir de esa ratonera angosta y plagada de trampas en la que estamos encerrados. Claustrofobia extrema.
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85. Gritos en el pasillo (Juanjo Ramírez Mascaró, 2007) |
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Una película de terror protagonizada por cacahuetes. Eso ya despierta nuestro interés pero es que además se trata de una gran obra, con un guion ingenioso y una técnica artesanal encomiable. La hicieron años antes que Shutter Island y posee muchos puntos de unión con ella. Algunos de los cacahuetes actúan mejor que varios intérpretes de la de Scorsese y hay un momento en el que te olvidas que son frutos secos y pasas un verdadero mal rato con esta historia de horror, de trasfondo triste. |
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86. Cargo 200 (Gruz 200, Aleksey Balabanov, 2007) |
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Lo que en apariencia es un drama de autor se torna en una de las más atroces pesadillas que recuerdo. Balbanov aterra con una feroz fábula política, basada en un caso real, en plena decadencia soviética. Es mejor no contar nada sobre su argumento, ir descubriendo poco a poco la jugada maestra y retorcida de uno de los cineastas más fascinantes y controvertidos de las últimas décadas, que nos dejó prematuramente en 2013. |
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87. Vinyan (Fabrice du Welz, 2008) |
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La increíble Emmanuelle Béart se adentra en la más profunda selva tailandesa, en busca de su hijo desaparecido. En una suerte de mezcla entre Apocalypse Now y El señor de las moscas, asistiremos a este viaje pantanoso y suicida, donde los principios y creencias de la protagonista acabarán por perder su sentido. Un mal sueño tan bien filmado que su visionado hipnotiza.
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88. Home Movie Christopher Denham, 2008) |
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Uno de los mejores y más desconocidos found footage americanos, en el que seguiremos la vida de una familia típica de clase media, donde los hijos no se comportan de una forma, lo que se dice, normal. Una serie de situaciones cada vez más extrañas irá sumiendo a la familia –y a los espectadores– en un estado de horror. Con pocos elementos, Denham construye una cinta de lo más inquietante.
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89. The Loved Ones (Sean Byrne, 2009) |
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Nunca un rechazo de invitación para ir al baile acabó tan mal. Lola y su padre le harán la vida imposible a Brent, por dicha ofensa. Le obligarán a participar en multitud de juegos y torturas, pergeñadas desde el ángulo más macabro posible. Esta cinta, debut de Sean Byrne, es todo un prodigio de mal rollo y humor negro, cercano al torture porn, pero sin llegar a las altas cotas de desagrado del subgénero. Destaca su cuidado apartado técnico y el perfecto dominio de los mecanismos del suspense.
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90. Doghouse (Jake West, 2009) |
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Todos los arquetipos machistas juntos contra una horda de mujeres-zombie. Esta alocada comedia, cercana a Zombies Party, es una tremenda crítica al “machirulismo” de pro y a los moldes que acotan la existencia femenina. Juega muy fino por la línea del ridículo pero lograr sobrevolarlo y resultar muy divertida. En su reparto encontramos a más de una cara conocida del cine británico, entre ellos al crack Stephen Graham.
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91. Tony (Gerard Johnson, 2009) |
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De nuevo, un estudio psicológico, minucioso y seco, de un serial killer. Desde su más privada intimidad, observamos el comportamiento extravagante de Tony, el típico nerd introvertido. Lo curioso es que se esfuerza en sociabilizar con personas inadaptadas o problemáticas de su barrio, como camellos o drogadictos. |
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92. Cold Fish (Tsumetai nettaigyo, Sion Sono, 2010) |
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Como Miike o Tsukamoto, Sono estruja nuestro cerebro y nos exige que en cada visionado dejemos nuestros prejuicios a un lado. No se puede disfrutar de esta película si no se entra libre, con ganas de dejarse llevar y disfrutar del exceso, porque todo en ella es exceso. A Sono no le importan ni la duración, ni los géneros, ni el acabado formal; es un anarquista de la imagen, como en su día lo fue Godard o Jess Franco. Es pura furia y talento y no deja indiferente a nadie. Cold Fish es un experimento psicológico con una violencia desmedida y atroz. Un manjar para los que aman el riesgo suicida en el cine. |
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93. Endemoniada (Kim Bok-nam salinsageonui jeonmal, Cheol-soo Jang, 2010) |
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Más conocida como Bedevilled que como Endemoniada, es una mezcla de thriller y drama rural de abuso y venganza. Rodada con bastante maestría pese a tratarse de un debut, recorremos un relato tenso y duro, que finaliza con una explosión de violencia explícita. Mucho menos conocida que otros thrillers coreanos, como Memories of Murder, The Wailing o I Saw the Devil, pero igual de potente, esta cinta merece mucho más prestigio que el que posee y demuestra una vez más que los coreanos dominan el género. |
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94. El páramo (Jaime Osorio Marquez, 2011) |
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Lo que comienza como una cinta bélica trepidante se torna de golpe en una de terror claustrofóbico, al quedarse atrapados los soldados protagonistas en una especie de búnker. Rodada con mucho pulso y nervio, supone el debut de su director y todo un hito para el cine colombiano, que está pasando por un gran momento. La pena es que a nuestro país esto nos llegue con cuentagotas, la mayoría sin estreno comercial y que, para poder verlas, tengamos que recurrir a festivales especializados, como Sitges o Nocturna. |
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95. A Field in England (Ben Wheatley, 2013) |
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Una de las obras más extrañas y, a la vez, más extraordinarias que nos ha dado el cine británico reciente. Con un presupuesto ínfimo y un diseño de producción ajustadísimo, Ben Wheatley, junto a su habitual guionista Amy Jump, nos regalaron esta pequeña gran obra maestra del cine psicodélico. Rodada en un precioso blanco y negro y con unos juegos visuales alucinantes, cuidados hasta el mínimo detalle, creo que podríamos incluir esta obra dentro de lo que se llama “cine inmersivo”, pues supone un verdadero viaje para los sentidos.
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96. Demon (Marcin Wrona, 2015) |
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Poco antes de suicidarse, con solo 42 años, Marcin Wrona acabó la que sería su última película: Demon. Se nos pone la piel de gallina solo de pensar que los hechos puedan estar conectados de alguna manera. No sería la primera vez en la historia que una película llevara a la perdición a un miembro o varios del equipo. Y precisamente, una obra tan especial e insólita como Demon, con tantos enigmas que esconde su trama, podría encajar a la perfección en la categoría de “película maldita”. |
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97. Prevenge (Alice Lowe, 2016) |
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Ruth está embarazada y a punto de dar a luz. Un día su hijo nonato le empieza a hablar desde su vientre y le incita a cometer asesinatos. Con este argumento tan potente debuta en la dirección la actriz y guionista Alice Lowe y lo hace de manera brillante. Este filme de terror, repleto de humor negro, es puro aire fresco para el género, que se encuentra dormido con tanta repetición de esquemas y formas.
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98. The Greasy Strangler (Jim Hosking, 2016) |
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Enfermiza, grotesca, delirante, graciosísima y sobre todo muy grasienta. Este recorrido por el mal gusto y el absurdo es una delicia. Única en su especie, está en esta lista porque no deja de ser la historia de un “estrangulador grasiento” –como sería su traducción literal–, pero, claro, el tono es tan especial que no da miedo. La sensación que te inunda en cada secuencia es la de absoluto desconcierto. |
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99. Vuelven (Issa López, 2017) |
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También conocida como Tigers Are Not Afraid, es una suerte de actualización de Los olvidados de Buñuel, pero con una serie de elementos fantásticos, que la redefinen como una fabula moderna sobre el dolor ocasionado por la pérdida de un ser querido y el inevitable paso a la madurez. Da miedo cuando tiene que darlo y está repleta, a su vez, de una ternura desbordante. Sencilla y profunda a la vez, es raro encontrar obras que combinen tan bien lo delicado y lo terrorífico. |
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100. Possum (Matthew Holness, 2018) |
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El cierre de la lista no podía ser de otra manera que con esta extraña y dura obra atemporal, de miedos atávicos y traumas infantiles. Locura expresionista, kafkiana y de ritmo denso, como de mal sueño viscoso, del que es difícil despertar. Obra tan atípica y abstracta que es fácil que sea malentendida y, por tanto, menospreciada. Es la ópera prima de un genio de la comedia, Matthew Holness –Garth Marengui para los amigos– y ha hecho lo que menos se podría esperar de él, junto al actor Sean Harris, que hace el papel de su vida.
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